Un celebre escritor cuya obra fue objeto de censura y persecución por parte de las dictaduras neo-nazis que proliferaron en Latinoamérica, como subproducto de la guerra fría, escribió una vez: "No quieren que vean lo que escribo, porque escribo lo que veo". Muchos cronistas de la historia bajo presión que debería ser el periodismo, a diferencia del caso mencionado, no escriben lo que ven por lo bien que paga la enceguecedora propaganda -ilegal, para colmo- del oficialismo del “impoluto” gobierno del cura Fernando Lugo.
Muchos ciudadanos que consideramos que este país mendigo, exportador de braceros, tiene otras prioridades que superan el afán de lucro antisocial de la patria periodística, no podemos menos que asquearnos de la cobardía de quienes, como el propio Fernando Lugo y sus secuaces, desde las mismas alturas del poder político, tiemblan ante la perspectiva de una prensa independiente y objetiva, comprando silencio cómplice a manos llenas con el dinero del pueblo.
Lo mismo decimos de la inescrupulosidad de quienes como Aldo Zucolillo, Humberto Rubin, Antonio J. Vierci y sus lacayos, abultan sus bolsillos chantajeando desde sus medios de comunicación, oficinas fantasma de por medio, en lugar de velar por el derecho a estar informado del respetable público.
Es difícil ya ocultar que la mayoría estos padres de la patria periodística son los mismos que se beneficiaron con tierras destinadas a la reforma agraria, en pago por sus buenos oficios de animadores de la "fecha feliz" de la Segunda Reconstrucción. De la agricultura de subsistencia pasaron pronto y sin escala al ramo de la comunicación, cuando el coronel Pablo Rojas obtuvo la bendición del general Strossner para distraer dinero de la Intendencia del Ejército, y usarlo para inaugurar radios y diarios al servicio de la propaganda del régimen. Es decir, estamos hablando de gente con vasta experiencia, que ha mamado del erario público desde sus humildes orígenes.
En un gesto desvergonzado de ingratitud e incoherencia, estos ahijados de la dictadura se abocaron a combatirla en su fase Terminal. No por principios ni convicciones, obviamente, sino estimulados por la importante suma en dólares que la National Endowment for Democracy puso sobre la mesa, obligándoles su codicia sin límites a denostar contra sus otrora benefactores.
El sinuoso camino al éxito de estas familias señeras de la patria periodística, algunas de las cuales le cuestan al pueblo paraguayo alrededor de 2.500 millones de guaraníes al ańo sólo en desembolsos de Itaipú Binacional, no determina que deban ellos manifestarse agradecidos hacia el estado del que solo recibieron beneficios crematísticos, en todas estas décadas que llevan colgados de sus glándulas mamarias. Basta tener libre alguna mañana para escucharlos pontificar sobre modernismo, social-darwinismo y libertad económica con una soltura que envidiarían Adam Smith y Milton Friedman.
Ellos son los reyes Midas del marketing y la publicidad, los yuppies de la Banana Republic, los genios de la finanzas que solo merecen recibir pleitesía permanente de sus obsecuentes y serviles satélites en la constelación prebendaría. Sólo una soberbia semejante podría haber creado al cura Fernando Lugo, obra cumbre de estos grandes estafadores políticos y mediáticos.
Basta hacer memoria sobre los orìgenes de estos infatuados diarios, radios y canales de TV de tal suerte a comprender que ninguno de ellos naciò para honrar la objetividad de la informaciòn precisamente.
Cuando a mediados de los años 60' el importador sirio-libanès de cigarrillos, telas y bebidas Elìas A. Saba, el nùmero 2 del règimen militar -insistentemente vinculado al narcotràfico de acuerdo a prestigiosas fuentes norteamericanas-, Andrès Rodrìguez, y el empresario del entorno estronista Aldo Zucolillo aunaron esfuerzos para el alumbramiento de "ABC Color", las facilidades para importar rotativas offset sin pagar impuestos y otros privilegios, asì como el interès de recuperar el negocio de combustibles perdido con la entrada en operaciones de la refinerìa de Villa Elisa, pesaron obviamente mucho màs que el afàn de promover la ètica periodìstica y la veracidad de la informaciòn.
Pasaron varias dècadas para que este diario joven con fè en la patria y delirios de poder paralelo, dejara de manifestar su obsecuencia al ùnico lìder y agradecer su "grata presencia" en los brindis por su aniversario, y empezara a descubrir las "atrocidades de la dictadura". Y esto ùltimo sòlo porque para entonces su propietario ya se habìa embarcado en construir su propia plataforma polìtica (el plan "Zeta").
Es interesante también observar con atención el efecto que causa comprarle publicidad a la patria periodística, sobre la imagen que proyectan nuestras instituciones públicas: la Industria Nacional del Cemento, el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, el Tribunal Superior de Justicia Electoral. A partir del momento del desembolso en las ventanillas de cobro del lupanar periodístico, como si nuestros héroes hubieran ingerido Peyote con alta concentración de Mescal, empiezan a ver todos esos antros de clientelismo y corrupción como milagrosos e inmaculados templos de paz celestial. Lo mismo era para ellos la Justicia Electoral, hoy caja de Pandora de la cual salen todos los males.
La producción de la INC adquiere como mínimo capacidad para abastecer los mercados de EEUU y China Continental, nuestros índices de Salud Publica empiezan a competir con los de Suiza y Finlandia, los procesos eleccionarios se llevan adelante con una pulcritud que envidiarían los súbditos británicos de su graciosa majestad. Todo ello con una administración cuya honestidad y altruismo despertarían la admiración de Marco Aurelio.
Ni falta hace mencionar que Itaipú Binacional se convierte en una empresa capaz de iluminar todo el hemisferio, desde el Polo Sur a Canadá, aunque los asuncenos sepamos por experiencia, que cualquier soplo deja Asunción por varios días más oscura que Londres tras el embate de los Stukas en la Segunda Guerra Mundial, y últimamente ya ni siquiera nos quedan electrodomésticos de tantos cortes intempestivos de luz. La esperanza de recuperar la “soberanía energética” se reducen a un acuerdo nulo con unas pocas reivindicaciones parciales que el parlamento brasileño jamás se dignó en tratar.
Todas estas delicias de una comarca tan certeramente definida por un filosofo contemporáneo, como "País de Maravillas", asiento de una elite capaz de superar el genio de Mosca y Pareto, y de metamorfosis que van mas allá de la imaginación de Franz Kafka.
¿Podría convencer un gobierno presentado como salvador de la patria si los exiliados económicos del país se triplican, las muertes por dengue aumentan, el nepotismo se acentúa con Fernando Lugo y López Perito a la cabeza, y el clientelismo y la corrupción siguen viento en popa?
Pues al montar sus ridículos operativos de prensa, eso creían Aldo Zucolillo, Humberto Rubin, Antonio Vierci y compañía. Grandes moralistas, impolutos maestros de la moral y buenas costumbres, ni siquiera se han enterado que llevan dos derrotas electorales al hilo, una el 7 de noviembre y otra el 13 de marzo, donde sus favoritos recibieron una contundente lección por parte del pueblo que desprecian, el cual les seguirá demostrando que el desprecio en mutuo.